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El Movimiento Slow aboga por un cambio cultural hacia la ralentización del ritmo de vida. Comenzó con la protesta de Carlo Petrini contra la apertura de un restaurante McDonald’s en la Plaza de España de Roma en 1986, que desencadenó la creación de la organización Slow Food. Con el tiempo, se convirtió en una subcultura en otros ámbitos, como Cittaslow (Ciudades Slow), Slow living, Slow Travel y Slow Design.

Geir Berthelsen y su creación del Instituto Mundial de la Lentitud presentaron en 1999 la visión de todo un «Planeta Slow» y la necesidad de enseñar al mundo el camino de Slow. El libro de Carl Honoré de 2004, Elogio de la lentitud, exploró por primera vez cómo podría aplicarse la filosofía Slow en todos los campos del quehacer humano y acuñó la expresión «Movimiento Slow». El Financial Times dijo que el libro es «para el Movimiento Slow lo que Das Kapital es para el comunismo». Honoré describe así el Movimiento Slow:

«Es una revolución cultural contra la noción de que más rápido siempre es mejor. La filosofía Slow no consiste en hacerlo todo a paso de tortuga. Se trata de intentar hacerlo todo a la velocidad adecuada. Saborear las horas y los minutos en lugar de contarlos. Hacerlo todo tan bien como sea posible, en lugar de tan rápido como sea posible. Se trata de la calidad por encima de la cantidad en todo, desde el trabajo a la comida o la crianza de los hijos».
El Movimiento Slow aboga por un cambio cultural hacia la ralentización del ritmo de vida. Comenzó con la protesta de Carlo Petrini contra la apertura de un restaurante McDonald’s en la Plaza de España de Roma en 1986, que desencadenó la creación de la organización Slow Food. Con el tiempo, se convirtió en una subcultura en otros ámbitos, como Cittaslow (Ciudades Slow), Slow living, Slow Travel y Slow Design.

Geir Berthelsen y su creación del Instituto Mundial de la Lentitud presentaron en 1999 la visión de todo un «Planeta Slow» y la necesidad de enseñar al mundo el camino de Slow. El libro de Carl Honoré de 2004, Elogio de la lentitud, exploró por primera vez cómo podría aplicarse la filosofía Slow en todos los campos del quehacer humano y acuñó la expresión «Movimiento Slow». El Financial Times dijo que el libro es «para el Movimiento Slow lo que Das Kapital es para el comunismo». Honoré describe así el Movimiento Slow:

«Es una revolución cultural contra la noción de que más rápido siempre es mejor. La filosofía Slow no consiste en hacerlo todo a paso de tortuga. Se trata de intentar hacerlo todo a la velocidad adecuada. Saborear las horas y los minutos en lugar de contarlos. Hacerlo todo tan bien como sea posible, en lugar de tan rápido como sea posible. Se trata de la calidad por encima de la cantidad en todo, desde el trabajo a la comida, pasando por la paternidad».